Este espacio, antes un tiradero a cielo abierto durante 55 años, fue rescatado por el Gobierno de la Ciudad de México y transformado en un ejemplo de economía circular, con el 90% de los materiales de construcción reciclados.

El parque es un paradigma de innovación, resiliencia y ecología. Se hizo una intervención en los accesos noreste y noroeste, diseñando torres-mirador, casetas, sanitarios, jardines y rampas accesibles que respetan la topografía y los árboles existentes, además de añadir nuevas plantaciones endémicas.
En el acceso norte, se rehabilitó y amplió la rampa peatonal para personas con discapacidad y usuarios de bicicletas, patines y monopatines. También se reconfiguró la bahía de ascenso y descenso para camiones y automóviles, y se mejoraron las zonas comerciales y sanitarios.

El parque cuenta con un kartódromo en la parte oeste, cerca de la zona de juegos infantiles y skate. La pista de go karts admite diversos circuitos y vehículos, con áreas de seguridad, y un container reutilizado que funciona como tienda de souvenirs y donde se llevan a cabo las grabaciones desde ahí debido a la vista que brinda.